La niña de la catedral
Según cuentan las personas mayores de Guadalajara, hace muchos años vivía una niña de nombre Inocencia, quien deseaba fervientemente hacer su primera comunión, de la misma manera que lo habían hecho otras compañeras de su colegio.
Fue corriendo a hablar con su padre, con el propósito de comunicarle sus deseos. Sin embargo, éste calificó esos pensamientos como “ridículos” y además le dio una tunda, advirtiéndole que la próxima vez que le saliera con esas tonterías, le iría mucho peor.
La pobre niña se fue llorando a la habitación y tumbada sobre la cama trataba de entender el motivo por el cual su progenitor había reaccionado de esa manera. Lo malo era que la pobre inocencia vivía sola con aquel hombre, pues su madre había fallecido tiempo atrás.
Un día de camino a su casa, notó que en la iglesia había varios niños quienes estaban cantando. La chiquilla se paró afuera del inmueble y apuntó todo lo que decían. De ese modo, sin darse cuenta, comenzó a aprender el catecismo. Al poco tiempo, una de las religiosas se percató de lo que hacía Inocencia y la invitó a pasar al templo. Transcurrió el tiempo y por fin llegó la fecha en la que los niños recibirían la eucaristía.
Esa mañana, la niña estaba vestida de blanco, gracias a que su amiga la monja le había entregado ese atuendo. Al término de la ceremonia, inocencia no cabía de la emoción, ya que por vez primera había comulgado. Se dirigió rápidamente a su casa, con la esperanza de que su padre la perdonara. Buscó al hombre por todas las habitaciones sin hallarlo, hasta que entró a la cocina. Ahí lo vio sentado en una silla, se acercó a él y le platicó lo acontecido.
Su padre le lanzó una mirada de odio y de uno de los cajones sacó un cuchillo y sin miramientos lo clavó en el pecho de inocencia. El grito de dolor lanzado por la niña fue tan fuerte que los vecinos corrieron en su auxilio. Sin embargo, el hombre logró escapar y la niña murió a los pocos minutos. Se dice que todavía el espíritu de ella aparece de vez en cuando en la Catedral de Guadalajara.
La catedral resguarda los restos de Santa Inocencia, donde los fieles visitan con gran amor.